martes, 1 de enero de 2008

Feliz año nuevo!

No, nada de evaluaciones del año pasado ni mucho menos. Tampoco quiero referirme a las numerosas cábalas que van entre las lentejas asquerosas y la ropa interior amarilla para las minas; salvo que cada vez lo esotérico (velas, inciensos, etc) gana más terreno (disculpen, lo de la vuelta a la manzana con una maleta nunca fue).
Más que la ceremonia de cambio de año, me interesa hacer una reseña breve del 1° de enero, quizás la fecha más relajada del año, por lejos. En particular cuando sales de vuelta a tu casa a eso de las 6 de la mañana. Los micreros no te pintan el mono por no tener plata en la bip!, en vez de urgirte por ver weones ebrios en la calle los saludas, te da por cantar fuerte cuando vas caminando, no hay bocinazos, no hay nada de ruido salvo la música que suena al interior de algunos locales. Caminar por las calles a esas horas en esa fecha es quizás la oportunidad del año en que te sientes seguro en ella, sientes cantar los pájaros, no te urges por llegar "tan tarde" a la casa porque tengas que hacer algo ese día. Seguramente los almuerzos casi no existen, las borracheras son casi normales y como nunca la programación de la tele no puede ser más fome.
Quisiera pensar que el 1 de enero es el reflejo del año que esta empezando. Ojalá pudiéramos reproducir el relajo del día a muchos días más durante el año, quizás uno de los buenos deseos para este 2008.

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